1. Comenzar el día con meditación
2. Integrar la meditación en la vida diaria
La meditación no debe ser algo que hacemos solo cuando nos sentamos formalmente en el cojín o en la silla. El propósito de practicar diariamente es el de familiarizarnos con el estado de presencia relajada y despierta de la meditación para poderlo llevar a todas las actividades de nuestra jornada, de manera que cada acción se convierta en meditación.
Un error muy común que se da entre aquellos que comienzan a practicar de manera informal, es pensar que no necesitan de la práctica formal, es decir, que no necesitan sentarse en el cojín. Pero, ¿como vamos a llevar a nuestra vida algo que no conocemos ni sabemos de lo que se trata? Ese “algo” surge de la práctica formal.
Muchas veces esta actitud de no querer practicar formalmente responde a ciertas resistencias o miedos, más o menos conscientes, a estar a solas con nosotros mismos. Al final acabamos sin practicar, ni formal ni informalmente.
Lo primero que necesitamos es asentarnos, calmar nuestra mente de este exceso de actividad. Necesitamos saborear antes que nada cierta quietud y paz mental. Es esta paz la que estiramos para que impregne todas nuestras actividades diarias de manera que, poco a poco, la barrera entre la práctica formal e informal se disuelva.
Es cuando logramos cierta quietud mental que estamos en disposición de poder relacionarnos adecuadamente con el movimiento de la mente (pensamientos, emociones y sentimientos). Querer ir directamente a trabajar con el movimiento no funcionará, solo nos causará más agitación y confusión mental.
Tenemos que crear el hábito de sentarnos. Si no creamos el hábito de meditar de manera formal será muy difícil que podamos integrar algo.
Tareas para la semana